Texto introductorio del proyecto colectivo.
La imposibilidad del vacío, se concibe como un proyecto colectivo que busca la confluencia e integración de artistas contemporáneos, y el espacio expositivo que ofrece el Centro Cultural Pepe Dámaso. La iniciativa pretende impulsar la creación de un espacio de encuentro y comunicación, que active y haga perceptible los trazos de la estructura invisible que conecta simbólicamente el espacio físico con el espacio mental y creativo del artista.
Entre los objetivos principales, se encuentra el otorgar un espacio para el arte, que posibilite nuevos campos de acción físicos y conceptuales. Imaginar una construcción arquitectónica, con todos sus «lugares», como un terreno sin límites para el desarrollo creativo, se presenta como un desafío para el artista que intenta habitar el vacío. Una exploración que invita a la expansión artística, a la fuga creativa del acotamiento de la sala de arte hacia la búsqueda de otros emplazamientos. Un movimiento que busca diseñar nuevos itinerarios, detonar el encuentro espontáneo y perceptivo entre el espectador y propuestas pensadas para hablar del propio espacio donde habitan.
Sin embargo, ¿no es una constante en el trabajo de los artistas el diálogo con el espacio, y, por lo tanto, con el vacío? Remitiéndonos a la visión Aristotélica -que da nombre a la muestra colectiva-, hablar del espacio en el arte es también dialogar con un vacío activo que tiene una función significante. Un concepto, que se presenta pretérito y fundamental, y efectivamente, los primeros debates sobre la idea de espacio se originaron en el pensamiento de la antigüedad clásica, pero, la concepción que tenemos del espacio es inherente al progreso del ser humano, y una problemática constitutiva de las manifestaciones artísticas, que evolucionó exponencialmente, hasta transformarse en una de las claves necesarias para entender las transformaciones del arte del siglo XX. Con esta visión futurible lo afirmaría Michael Focault en una de sus conferencias: «Estamos en la era de la simultaneidad, estamos en la era de la yuxtaposición, la era de la proximidad y la lejanía, la era de la continuidad y la dispersión»*. Así es, si durante el tránsito de la época contemporánea hemos vivido una mutación constante del concepto de espacio, ahora en esta primera mitad del siglo XXI, sin duda, es tarea de los artistas, reflexionar si el devenir incide en el cambio o la permanencia de tales significados y dilucidar la dirección hacia la que se orienta ese desplazamiento, dicho de otra forma, establecer cómo pensar el espacio presente.
La intención de reunir y articular las distintas visiones que tienen sobre el espacio los diferentes creadores, pretende materializarse en una estrategia visual, donde se produzca una contraposición de perspectivas y reflexiones en torno a la noción de espacialidad, la cual, germina en el proceso creativo de cada artista. La relación que se establece entre estos y los espacios seleccionados, se propone como una praxis creativa, donde metodologías de diferentes disciplinas se despliegan e hibridan hacia estrategias de apropiación y operaciones conceptuales propias de las artes visuales.
Una construcción del espacio como discurso, que origina un tramado o tejido invisible de sensaciones y significados, resultado de la evolución de la idea de contexto expositivo como una maquinaria o artefacto generador de percepciones, que invita al visitante a la observación y análisis de las múltiples obras y acciones resultantes, distribuidas por los disímiles territorios que nos propone la arquitectura.